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El indulto: la cereza de un pastel con sabor a impunidad

Fiorela Cáceres

“Los indultos no se negocian”

Mercedes Aráoz

Publicado: 2018-01-22


PPK parece no entender, ni a golpes, que el Perú no es una empresa y que la bancada naranja no son 71 accionistas con los que puede negociar. ¿A quiénes desea engañar el señor presidente hablando de reconciliación y perdón?, es claro que este indulto es producto de una componenda, consecuencia de los malos manejos políticos de PPK y su endeble gabinete. A quiénes pretende callar PPK, ¿a los familiares de las víctimas de la masacre de la Cantuta y Barrios Altos, a las víctimas de la dictadura y terrorismo de Estado o a las mujeres que fueron esterilizadas? Quizás le funcione ese cuento del ‘Año del Diálogo y la Reconciliación Nacional’ con quienes consumieron el pan popular, los que son fanáticos de ´las malcriadas´ de los diarios chicha o con los que reciben su táper cada vez que Keiko está en campaña.

El 24 de diciembre los peruanos recibimos la Nochebuena entre pavo, panetón, chocolate y un indulto, un indulto express, que de humanitario solo tiene el nombre. Pedro Pablo Kuzcynski introdujo los dedos dentro de una de las más grandes heridas de nuestro país, esas heridas que el Estado peruano nunca se preocupó en sanar, y que hoy-26 años después-Mercedes Aráoz pretende reconciliar con una reparación civil de 33 millones de soles.

Aquel presidente que el pasado 21 de diciembre usó a la democracia y a la institucionalidad del país como principales argumentos para poder salvarse de ser vacado, ese mismo presidente ha dejado en libertad a quien violó nuestra democracia y la institucionalidad del Perú. Se le concedió una gracia presidencial al reo que tenía las mejores condiciones penitenciarias del país, quien está tan al borde de la muerte que es capaz de ser activo en redes sociales, grabar videos, hacer llamadas y hasta negociar su propio indulto.

No es odio, es tener memoria y no podemos permitir que esta se siga infectando con grandes dosis de populismo, demagogia y corrupción. Los ciudadanos que nos unimos a la lucha protestando en las calles tenemos la virtud de indignarnos ante las injusticias, ante la impunidad. Le hacemos frente a un poder ejecutivo que no es capaz de sostener una gobernabilidad democrática, a un congreso con una mayoría parlamentaria-que por más fragmentada que esté- sigue perjudicando al país priorizando intereses partidarios, personales y, hasta me atrevería decir, empresariales.

¡Feliz 2018 o 1992! 26 años después, dentro de esta grave crisis política, parece dar absolutamente igual.


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